jueves, 15 de abril de 2010

Vasco de Quiroga


Vasco de Quiroga nació en Madrigal de las Altas Torres, Ávila, España, el 3 de febrero de 1470
(1477, según otros autores). Fue hijo de Vasco Vázquez de Quiroga y de María Alonso de la Cárcel.
Durante su niñez vivió en Madrigal hasta la edad en que empezó sus estudios de Jurisprudencia. La
mayoría de los historiadores suponen que estos estudios se realizaron en Salamanca y que
concluyeron en 1515, año en que se trasladó a Valladolid. Fue juez de residencia en Orán, y
representó a la Corona en los tratados de paz con el rey de Tremecén (1526). Ejerció un alto cargo
(juez de comisión) en la Real Cancillería de Valladolid. Sus méritos llamaron la atención del Obispo
de Badajoz, quien le recomendó a la reina Isabel, esposa de Carlos V, para Oidor de la Audiencia de
Nueva España. Aunque esta recomendación no prosperó sí lo hizo la realizada en 1529 por Juan
Tavera, arzobispo de Santiago, y los miembros del Consejo de Indias. Según cédula de 2 de enero
de 1530 y cuando Quiroga desempeñaba una comisión en Murcia, la emperatriz le designa miembro
de la segunda Audiencia de Nueva España, ante la alarma creada a cuenta de las brutalidades
cometidas por la primera Audiencia.
Vasco de Quiroga llegó a México el 9 de enero de 1531 y desempeñó ejemplarmente su misión junto
con Ramírez de Fuenleal (arzobispo de Santo Domingo) y otros tres oidores, Alonso Maldonado,
Francisco Ceinos y Juan de Salmerón. Su primera medida fue abrir juicio de residencia contra Nuño
Beltrán de Guzmán (presidente de la Audiencia) y Juan Ortiz de Matienzo y Diego Delgadillo
(antiguos oidores), que fueron encontrados culpables y devueltos a España. El maltrato que habían
dado a los indígenas y sobre todo el asesinato del jefe de los tarascos perpetrado por Nuño de
Guzmán, habían provocado la rebelión de los michoacanos. También juzgó a Hernán Cortes por
algunas de sus actuaciones, pero la brillante defensa que de ellas hizo el conquistador le permitieron
absolverle.
Visitador y pacificador de Michoacán, fue Vasco de Quiroga el primero que se interesó por la
situación social y religiosa de los vencidos. Sus propias creencias y la condición en que vivían los
indígenas purépechas le inspiraron a crear el proyecto hospitales-pueblo para la protección de los
indios. Así, fundó de su propio peculio los hospitales-pueblo de Santa Fe: uno a dos leguas de la
ciudad de México, “en término de Cuyoacan”, al que bautiza Santa Fe de Los Altos, en 1532, y otro
al año siguiente en Santa Fe de La Laguna, en un lugar llamado Atamataho o Guayámeo, junto a la
laguna de Pátzcuaro.
Estas fundaciones no eran estrictamente ni hospital ni pueblo pero sí albergue de una sociedad que
vivía una mezcla de estado socialista acompañado de un colectivismo moderado. Se trataba de
instituciones de vida comunitaria fruto de las ideas que adquirió leyendo las obras de Tomás Moro,
Ignacio de Loyola, Platón y Luciano.
En esta república utópica, Vasco de Quiroga creó y potenció a los artesanos agrupados en pueblos
con actividad económica específica: trabajadores de los utensilios del cobre, otros expertos en el
arte plumario, carpinteros, ceramistas y campesinos que se dedicaban a la agricultura en tierras que
ofreció a los indios en propiedad.
Vasco de Quiroga pasó de la magistratura al sacerdocio y fue consagrado presbítero por el famoso
erasmista fray Juan de Zumárraga.
Carlos V había prohibido a sus súbditos que esclavizasen a los indios pero en 1534 derogó tal
disposición. Al saberlo, Quiroga envió al monarca su célebre Información en derecho (1535), en la
que condena a los encomenderos por tratar a los nativos “no por hombres sino por bestias” al tiempo
que defiende apasionadamente a los indios y se ofrece “con la ayuda de Dios, a poner y plantar un
género de cristianos a las derechas, como primitiva Iglesia, pues poderoso es Dios para hacer y
cumplir todo aquello que sea servido y fuese conforme a su voluntad”.
A la llegada del virrey Antonio de Mendoza, Vasco de Quiroga le sugiere adopte al príncipe Antonio
de Huitziméngari, hijo del último cazonci, Tangaxuán II.
El 22 de agosto de 1538, Vasco de Quiroga, que había desempeñado en años anteriores el cargo de
Visitador de Michoacán, es nombrado obispo de esta ciudad por nombramiento de Carlos V, en un
sólo acto donde recibió todas las órdenes sacerdotales.
Convencido de la utilidad de sus pueblos-hospitales funda el tercero en Santa Fe del Río en 1538.
En 1540 inició el repoblamiento de Pátzcuaro con varios centenares de indios y varias familias de
españoles. De esta fecha data también la fundación del Colegio de San Nicolás Obispo, hoy Museo
de Artes Populares.
Al trasladarse la sede episcopal de Tzintzuntzan a Pátzcuaro, se trasladó también el título de la
Ciudad de Michoacán, expedido para Tzintzuntzan. Se convirtió en la Ciudad de Michoacán y
Tzintzuntzan fue su barrio. En 1553, Pátzcuaro obtuvo la confirmación del título de Ciudad. Vasco de
Quiroga inició la edificación de la Catedral en el sitio donde había estado el gran templo dedicado a
la diosa Cuerauáperi, pero su proyecto de cinco naves quedó reducido a uno por falta de ayuda
institucional. También fundó el hospital de Santa Marta.
Las fundaciones de Vasco de Quiroga fueron muy objetadas por sus coetáneos, frailes y laicos, y en
su trato con los indios hubo de enfrentarse a algunos hechiceros como Cuninjángari, quien intentó
asesinarle, pero a quien perdonó y bautizó antes de su muerte.
Entre sus escritos más importantes se encuentran: su “Carta al Consejo” (1531), la “Información en
Derecho” (1535), la “Doctrina para los Indios”, los “Sermones, reglas y ordenanzas para el gobierno
de los Hospitales de Santa Fe, Méjico y Michoacán”, su “Testamento” (1565) y la obra desconocida
“De debellandis Indis”.
Murió en Uruapan, durante una visita pastoral, el 14 de marzo de 1565 y sus restos fueron
enterrados en la entonces catedral y hoy solo basílica de Nuestra Señora de la Salud, en Pátzcuaro.
Su proyecto social, en el que supo imprimir lo mejor de su intuición humanista y su habilidad jurídica,
pervivió en los tres pueblos-hospitales conservados hasta 1872, año en que se levantó un Acta de
Extinción por haber desaparecido los fondos que fueron dotados por su fundador hacía 334 años.


Obra
Tomás Moro era un magistrado íntegro y un humanista que soñó una humanidad nueva, inviable en
la Europa del s. XVI pero sí posible en las tierras recién descubiertas. Los simpatizantes españoles
de la Utopía de Tomás Moro, publicada en 1516, acogieron fervientemente sus ideas pero solo uno
la llevó a la práctica, posiblemente porque solo él reunió las condiciones y la voluntad de hacerlo:
Vasco de Quiroga era magistrado como Tomás Moro, se encontró dotado de una autoridad casi
comparable a la Tomás Moro, poseía la visión progresista de Tomás Moro y, adicionalmente, se
encontró con la oportunidad histórica de moldear la vida de los pueblos descubiertos al esquema
utópico. Vasco de Quiroga acertó porque ajustó su reinterpretación personal de la Utopía a la
realidad de los indios purépecha y por su carácter esencialmente emprendedor y pragmático.
Tal como recogen sus cartas enviadas a España en 1531, creyó descubrir en los indígenas la
humildad y sencillez de los primeros cristianos, y esto le llevó a considerar viable la implantación de
un sistema social parecido al de la primitiva Iglesia y próximo al ideal de Tomás Moro. Su objetivo
era alcanzar un mundo sencillo y seguro y para ello utilizó como método la promoción de la
convivencia y el colectivismo. Como se ha dicho anteriormente, por lo años 1531 y 1533 Vasco de
Quiroga, fundó con su dinero dos poblados utópicos de Santa Fe. “Ambas fundaciones lo son bajo el
perfil de un magistrado, como miembro de una Audiencia y no como sacerdote, ni en representación
de ninguna orden religiosa, dejando claro que uno no necesita ser clérigo para ayudar a la gente
necesitada”. Para asegurar la subsistencia de estas fundaciones aplicó las ideas felices
de instruir a sus habitantes en diferentes industrias y enlazar las poblaciones por la necesidad de los
intercambios.
Después de adquirir la condición clerical, Vasco de Quiroga no cejó en su esfuerzo personal (que
llegó hasta el grado de vender sus propias vestimentas, según datos proporcionados por otros
personajes de la época), ni reparó en utilizar cuantos medios le permitía su cargo de obispo para
aplicar minuciosamente su esquema utópico aunque dejando atrás, poco a poco, la intención
continental de su aplicación, y dirigiendo su esfuerzo hacia poblados de dimensiones reales.
Vasco de Quiroga mantuvo hasta su vejez su ideal creador, siendo entonces cuando redactó las
llamadas Ordenanzas para los dos hospitales-pueblo principales: el de México y el de Michoacán
basándose en la Utopía de Tomas Moro.

Bibliografia
Martin-Ramos, Clara
Vasco de Quiroga, una Vida para el Encuentro (Vasco de Quiroga y los purepechas de Michoacan: un encuentro de futuro)

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